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Amazonía Secular
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Recorrido Virtual / Elisangela Cavalcante, agricultora
Elisangela Cavalcante, agricultora
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¡Hola! Soy Elisângela Conceição Cavalcante, tengo 48 años, vivo en la comunidad de São Francisco das Chagas do Caribi, en el río Uatumã, a 6 horas en «rabeta», una canoa de madera con un pequeño motor en la popa. Nuestra comunidad está ubicada en un área de reserva de desarrollo sostenible, que forma parte del municipio de Itapiranga. Vivo en mi casa con mi esposo y mis hijas, nietos y algunos sobrinos que viven allí.
Nuestra residencia está ubicada dentro de la comunidad, donde residen aproximadamente 22 familias con 122 personas. Aquí trabajamos con la agricultura, con el extractivismo del tucumá. También trabajamos con la pesca y el turismo, porque en nuestra comunidad hay una posada comunitaria. Tenemos un área de 28 hectáreas de tucumá y nuestro tucumanzal es nativo. Nunca plantamos un árbol de tucumá, gracias a los animales que, al alimentarse, esparcen las semillas. Así que ellos son nuestros agricultores.
La recolección del tucumá la hace la familia, donde siempre tenemos dos o tres cortando los racimos —porque allá arriba es una palmera que crece, es alta— y cuatro o seis recogiendo los frutos y metiéndolos en el saco. Después que lo ponen en el saco, lo llevamos al municipio de Itapiranga y, de ahí, a Manaos, capital, donde se comercializa.
Para recoger nuestro tucumá, hablamos con nuestros sobrinos y acordamos la hora de salida, que suele ser antes de las 7 de la mañana. En nuestra jornada laboral, tenemos un descanso para almorzar, luego terminamos nuestra actividad a las 5 pm y conforme vamos recogiéndolos, los empacamos. El cuchillo que usamos para cortar el racimo de tucumá es una hoz, facilita el corte, es mucho mejor que un machete. Ahora el tucumá está fuera de temporada, durante este período se reduce el volumen de frutas y el precio sube. De julio a enero más o menos, el precio es muy bueno, luego baja. La producción aumenta, pero el precio baja. Intentamos hacer otras actividades y estas otras actividades también hacen que dejemos un poco de lado el tucumanzal, y cuando esto pasa, perdemos el fruto. Lo que cosechamos son cerca de 800 mil sacos y en temporada baja, de 300 a 400 sacos. Con este dinero tenemos los ingresos para mantener a nuestra familia, es de este extractivismo de tucumá, de la venta, nuestro huerto, nuestras plantaciones y nuestros frutos.
Criamos pollos, cerdos, patos, pero solo para nuestro sustento. Tenemos un criador de ganado cerca de nuestra comunidad. La ganadería aquí está subdesarrollada, incluso porque no nos importa abrir campos aquí para el ganado, porque sabemos que habrá vegetación, pero maleza, y eso nos preocupa mucho. Preferimos el bosque.
Con los ingresos que obtenemos de la venta de tucumá, pagamos la jornada de las personas que trabajan con nosotros, nuestros familiares, nuestros sobrinos, cuñadas. Todos ganan una jornada, ¿no? [La comunidad] también tiene como actividad principal el cultivo de mandioca para elaboración de harina. Tenemos un huerto con repollo, tomates, pimientos, perejil, cebolletas, que son para nuestro consumo. También tenemos algunas frutas, como papaya, coco, copoazú, açai. Nuestra comunidad también tiene la cultura de comer pescado y, en septiembre, tenemos la pesca deportiva dentro de nuestra RDS (Reserva de Desarrollo Sostenible). Una pesca autorizada que las posadas ofrecen a sus huéspedes. Con respecto a la pesca, también genera ingresos, porque el guía de pescar recibe una jornada. A veces tenemos otros trabajos, como en la posada, elaboración de muebles. Rotamos actividades, ni siquiera personas.
El turismo dentro del RDS obedece a ciertas reglas. No es quien llega y quien paga quien dice como será, son nuestras posadas, nuestras comunidades quienes determinan como será. Por ejemplo, como turista de pesca deportiva, no puedo usar cebo vivo. No puedo hornear ni vender, bajo ninguna circunstancia, peces o pescados. Como turista, [no puedo] comer animales de concha, como la tracajá (tortuga). Como residente, sí puedo. Nos interesa aumentar el número de estos animales y, si los vamos a consumir y los turistas también, ¿cuándo aumentará? Por eso, también estamos trabajando con algunos proyectos de liberación de tortugas, que nos hacen aún más conscientes de este cuidado, para que no falten. Aquí en nuestra reserva ya se han liberado 18.000 tortugas. Es una señal de que realmente queremos que la vida continúe y, para que la vida continúe, también tendré que ocuparme de otras vidas.
Para nuestra comunidad y para mí, creo que la Amazonía es vida, decimos que vivimos en el corazón del mundo, donde tratamos de cuidar, preservar lo que la naturaleza nos ofrece y en lo que creemos. La Amazonía salva al planeta, la Amazonía protege al planeta, la Amazonía es el planeta.