Los satélites no pueden divisar a los espíritus del bosque. La tecnología moderna es incapaz de descifrar los antiguos secretos más profundos de los indígenas. Son diversas cosmologías y conocimientos transmitidos de generación en generación que mantienen vivo al bosque. Podemos (re)aprender de los pueblos indígenas que viven con el bosque, pero nuestro egoísmo contemporáneo nos lleva a pensar que estamos separados de la naturaleza, cuando en realidad somos la naturaleza.
La pérdida de este sentido de conexión, vital para mantener experiencias ancestrales en las comunidades indígenas y para conservar los ecosistemas, brinda oportunidad al avance de la deforestación en áreas vírgenes, de obras de infraestructura que no respetan territorios sagrados para estos pueblos, de quema y conflictos por la tierra que provocan migraciones.
Las mujeres y hombres indígenas de la Amazonía, probablemente las primeras personas en notar los efectos de la emergencia climática, se encuentran con su forma de vida en riesgo, una preocupación de la generación actual que ya no quiere más tener interlocutores para informar al mundo que los pueblos indígenas vivos son sinónimo de bosque en pie.
La sala «Amazonía Milenaria» enfatiza la importancia de la diversidad de pueblos, lenguas y culturas del bosque tropical más grande del planeta, también constituido por estas poblaciones a lo largo de miles de años. La inspiración en una maloca, la «casa común indígena», refuerza la importancia de la colectividad e invita a la reflexión: es necesario tener más pueblos indígenas en el centro de las decisiones para ayudar a posponer el fin de la Amazonía.
