Los bosques tropicales están presentes en varias regiones del planeta, concentrados en áreas cercanas al Ecuador. Además de ser extremadamente ricos en biodiversidad, estos bosques también funcionan como grandes reservas de carbono, que se almacenan en tejidos vegetales. La Amazonía es el más grande de los bosques tropicales y representa alrededor de un tercio de ellos. En segundo lugar, se encuentra en la cuenca del Congo en África y, en tercer lugar, en el bosque del sudeste asiático. Estos tres ejercen una gran influencia en el régimen de lluvias observado en los continentes y ayudan a regular el clima global a diferentes escalas.
En el caso de la Amazonía, por ejemplo, la frescura y humedad que el bosque arroja a la atmósfera, a través de la evapotranspiración, se refleja en la cuenca del Plata, que incluye Argentina y Uruguay.
En esta delicada y compleja red de conexiones que une las diversas regiones del planeta, cabe destacar la relación de la Amazonía con el desierto del Sahara: de allí proviene una nube de polvo que cruza el Océano Atlántico y aterriza en el bosque, fertilizando el suelo, gracias a la presencia de nutrientes como el fósforo, y ayudando en la formación de nubes.
